Saturday 18 October 2025
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eldiario - 1 days ago

Una escapada a Parma: la Italia tranquila del parmesano y el prosciutto

Entre la historia de sus duques, los frescos de Correggio y su ambiente elegante y sereno, Parma resume la esencia de Emilia-Romagna con arte, música y una gastronomía que es símbolo de Italia Los siete amigos que rehabilitan refugios de montaña para devolverles su dignidad: “Pasamos de una cuadra a un hotel” Parma no es una ciudad que busque llamar la atenci n. Est en el norte de Italia, entre Mil n y Bolonia, y forma parte de esa Italia de provincias donde todo parece transcurrir con calma y buen gusto. No tiene los grandes iconos tur sticos de Florencia ni los canales de Venecia, pero lo compensa con un ritmo tranquilo, m s amigable, que suele convencer r pidamente al que busca salir de la Italia m s tur stica y trillada. Antigua capital del Ducado de Parma y Piacenza, conserva el tama o perfecto para recorrerla a pie y disfrutarla sin estr s. Es una ciudad que respira arte, m sica y buen comer. Lo mismo te encuentras una joya del Renacimiento que una trattoria con olor a prosciutto y parmesano a la que no te puedes resistir. Y quiz por eso gusta tanto: porque Parma no pretende deslumbrar. Tiene el equilibrio justo entre historia, cultura y vida cotidiana. Cuando uno llega, enseguida entiende por qu muchos italianos la consideran una de las ciudades m s agradables para vivir. La Piazza del Duomo, en Parma. La Piazza del Duomo, el coraz n de Parma El punto de partida de cualquier visita es la Piazza del Duomo, una de las plazas medievales m s arm nicas de Italia. En torno a ella se alzan tres joyas que resumen la historia de la ciudad: la Catedral, el Baptisterio y el Palacio Episcopal. La Catedral de Santa Maria Assunta, del siglo XI, es una obra maestra del rom nico lombardo. Por fuera impone su sobriedad, pero, por dentro, sorprende el cielo que Correggio pint en su c pula: una Asunci n de la Virgen que parece moverse entre las nubes. En los capiteles y relieves de m rmol a n se reconocen las manos de Benedetto Antelami, uno de los escultores m s importantes del medievo italiano. A su lado, el Baptisterio de Parma, de m rmol rosa de Verona, marca la transici n del rom nico al g tico. Su interior est cubierto por un fascinante ciclo de frescos y esculturas que narran los meses y las estaciones, un calendario visual de la vida y el tiempo. En un solo vistazo se entiende por qu esta plaza es uno de los conjuntos monumentales m s bonitos del pa s. Interior del Baptisterio de Parma. Entre duques, artistas y mecenas Parma creci bajo la protecci n de los Farnesio, una familia que dej huella en media Italia. De su poca queda el imponente Palacio de la Pilotta, un complejo de piedra y ladrillo que parece una ciudad dentro de otra. En su interior se encuentran algunos de los espacios m s valiosos de la ciudad: la Galer a Nacional, el Museo Arqueol gico, la Biblioteca Palatina y el Teatro Farnese, construido en 1618 ntegramente en madera. El Teatro Farnese es una de esas obras que impresionan por su sencillez y grandiosidad a la vez. Naci para recibir a pr ncipes y embajadores, fue destruido en la Segunda Guerra Mundial y despu s reconstruido con gran fidelidad. Hoy es todo un s mbolo de la relaci n de Parma con las artes esc nicas. Siguiendo el paseo por la historia, hay que mencionar a Mar a Luisa de Austria, esposa de Napole n y duquesa de Parma durante buena parte del siglo XIX. Refinada, culta y moderna, impuls la educaci n, el urbanismo y la vida cultural de la ciudad. Muchas de las calles, parques y edificios que hoy hacen de Parma un lugar agradable de recorrer se deben a su legado. La m sica, alma de la ciudad No hay Parma sin pera. Aqu naci Giuseppe Verdi, a pocos kil metros, y tambi n el director Arturo Toscanini. La m sica aqu es toda una forma de identidad. El Teatro Regio, inaugurado en 1829 por orden de Mar a Luisa de Austria, es el gran templo musical de la ciudad. De estilo neocl sico, conserva una ac stica legendaria y una temporada de pera que atrae a mel manos de todo el mundo. En octubre se celebra el Festival Verdi, que llena Parma de conciertos, recitales y homenajes al compositor de Busseto. A unos pasos del centro se puede visitar la Casa Natal de Toscanini, hoy convertida en museo, o asistir a un concierto en el Auditorio Niccol Paganini, una estructura moderna dise ada por Renzo Piano en una antigua f brica de az car de la ciudad que combina historia y vanguardia. El espectacular Teatro Farnese. Parques y calles para pasear Despu s de tanta piedra monumental seguro que apetece bajar el ritmo. El Parco Ducale, al otro lado del torrente que lleva el mismo nombre, es un jard n de estilo franc s donde pasear entre estatuas, fuentes y lamos centenarios. Fue el antiguo parque de los duques y hoy es el pulm n verde de la ciudad, siempre animado pero nunca bullicioso. Desde all , basta cruzar el puente para volver al casco hist rico y perderse por las calles comerciales de Strada Farini o Via Cavour, donde se mezclan librer as, tiendas de antig edades y peque as trattorias. En Via Nazario Sauro, conocida como la calle de los anticuarios, el paseo cobra aires de museo entre escaparates con marcos antiguos, porcelanas, mapas y relojes. Y atenci n, porque Parma es tambi n una ciudad golosa. En sus pasteler as se descubren dulces tradicionales como la Torta Duchessa, la spongata t pica de Navidad o las violette di Parma, peque as violetas confitadas que fueron s mbolo de la corte ducal. Prosciutto y parmigiano: dos s mbolos con nombre propio Pero si algo define a Parma en el mapa de Italia, son estos dos productos: el Prosciutto di Parma y el Parmigiano Reggiano. Ambos con denominaci n de origen, resultado de siglos de tradici n y paciencia. El Prosciutto di Parma se elabora desde tiempos romanos en las colinas al sur de la ciudad. Solo se usa carne de cerdo seleccionada y sal marina, sin aditivos ni conservantes. Las piezas se curan lentamente, con el aire seco del valle, y tras doce meses de espera cada pieza se marca con la corona ducal, garant a de autenticidad. En Langhirano, a unos veinte kil metros, se celebra cada septiembre el Festival del Prosciutto di Parma, y all tambi n se encuentra el Museo del Prosciutto, que explica el proceso completo de elaboraci n y ofrece degustaciones. El parmigiano reggiano, uno de los símbolos de Parma. El Parmigiano Reggiano, por su parte, es casi una instituci n. Su historia se remonta al siglo XII, cuando los monjes benedictinos y cistercienses buscaban una forma de conservar la leche. Hoy, las ruedas de queso se elaboran cada ma ana con leche de vaca parcialmente desnatada y cuajo natural, sin m s ingredientes. Cada rueda pesa unos 32 kilos y requiere alrededor de 500 litros de leche. El proceso es largo: la masa se prensa, se sala y se deja curar durante un m nimo de doce meses, aunque las mejores piezas alcanzan los 24 o incluso 36. Solo las que superan los controles de calidad se marcan con el sello D.O.P. Ese sabor inconfundible, intenso pero equilibrado, es el que ha hecho del parmigiano uno de los productos m s reconocidos del mundo. De hecho, una de las experiencias m s aut nticas que puedes llevar a cabo en Parma es visitar una queser a local. Solo en esas enormes salas de curaci n, con cientos de ruedas apiladas, puedes comprender por qu aqu el parmigiano es parte del patrimonio local.


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