Sunday 19 October 2025
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eldiario - 2 days ago

Arturo Lezcano, cronista: No hay relato de las voces invisibles de la emigración gallega. No miramos nuestras miserias

O país invisible es tal vez la primera gran crónica general de más de un siglo de diáspora gallega en América, elaborada con más de 150 entrevistas y viajes a ocho países: Lo que pretendía construír era un espejo en el que todos pudiéramos reflejarnos Hemeroteca - El barco de migrantes como animal mitológico: una historia de las trabajadoras gallegas en Reino Unido Para escribir O pa s invisible. A epopea atl ntica da di spora galega (Libros del K.O. en gallego y castellano, 2025), el periodista y escritor Arturo Lezcano viaj a Cuba, Argentina, Uruguay, M xico, Brasil, Panam , Venezuela y Estados Unidos, pa ses en los que a n hoy sobreviven relevantes comunidades gallegas. Entrevist a m s de 150 personas y repas una inconmensurable bibliograf a, acad mica, literaria, memorial stica. Sintetiz su resultado en 600 p ginas - en la primera versi n eran m s de mil, dos tomos - y el resultado es quiz s la primera gran cr nica general de la emigraci n y exilio de dos millones de gallegos a la otra orilla del oc ano Atl ntico. Sucedi , m s o menos, entre 1850 y 1960. Otra contradicci n que nos retrata , escribe Lezcano (A Coru a, 1975) en la introducci n, nuestra mayor desgracia es nuestro mayor patrimonio, al lado de otros grandes pueblos migrantes del pasado: italianos, irlandeses, jud os . Pero, a ade, a Galicia le falta el relato. Hay elementos que nos definen , asegura en esta entrevista con elDiario.es, como el autoodio y no querer mirar nuestras miserias. Eso desemboca en un pa s sin im genes de las an nimas, de las voces invisibles. Hablo de Am rica, la emigraci n a Europa, m s tard a, es otro asunto . O pa s invisible, un libro poblado de historias y personajes, de aventuras y desgracias, de realidades que parecen f bulas y peripecias accidentadas, de fracasos brillantes y triunfos anodinos, busca iniciar la reparaci n de ese silencio. El lunes, 20 de octubre, la librer a Numax de Santiago de Compostela acoger la primera presentaci n de la obra. En d as consecutivos recorrer las otras seis ciudades gallegas. M s adelante llegar a Madrid y a otros lugares del Estado. Su libro anterior va sobre un a o, 1983, y una ciudad, Madrid. Este, sin embargo, abarca nueve pa ses y tres siglos. C mo fue semejante cambio de perspectiva? Tiene un poco de trampa, porque Madrid 1983 (Libros del K.O., 2021) fue un poco tramposo [r e]. Arrancaba en los 40, pasaba por el plan de vivienda del 57, el franquismo y la Transici n. Pero es verdad que la idea era escribir un a o y un lugar que sirviese como espejo de una realidad mayor. O pa s invisible es efectivamente ambicioso porque intenta meter en un libro todo eso que citas, pero tambi n juega con los espejos. No soy historiador ni pretendo serlo. S que la academia hizo un trabajo muy importante sobre la di spora -prefiero llamarla di spora e incluir tambi n el exilio pol tico. Pero creo que faltaba ese espejo en el que reflejarnos como familias y como pueblo. Por qu faltaba? Si hay algo que nos define, algo que nos atraviesa, adem s de la lengua, es que todos tenemos un pariente en la emigraci n. Lo que pretend a construir a trav s de estas historias individuales, fragmentadas, autoconclusivas, con un hilo invisible y en la mayor parte an nimas, era un espejo en el que todos nos pudi semos reflejar. No s el resultado, pero la intenci n del libro era esa. Habla de que, efectivamente, los historiadores han investigado la emigraci n, pero no exist a una cr nica general como esta. Es tan sencillo como doloroso y puede aplicarse a otros fen menos transversales en Galicia, los que conforman una entidad cultural, una naci n, un pa s o como lo quieras llamar. En este caso la emigraci n, que fue un fen meno absolutamente silenciado y vilipendiado. Y de ah se pas , sin soluci n de continuidad, al blanqueamiento de la di spora. Esta transformaci n sucedi despu s del viaje de Fraga a Cuba, que lo cambi todo. En qu sentido? Lo que exist a era un relato discontinuo y abrupto. El de las memorias de las personas que se marcharon en la primera onda a Cuba o Argentina. Esos pa ses fueron nuestro reservorio cultural hasta 1930. Despu s, el exilio. Y a partir del blanqueamiento, el relato se convierte en un anuario de triunfadores, como le llamo yo: el que fue con una mano delante y otra detr s y acab haciendo millones. Pero no hay relato de las voces invisibles, de las voces de abajo, de la pica de abajo, lo que nos define como pueblo. El que no tiene nombre porque no volvi porque no hizo dinero o tuvo una vida desgraciada o lo que fuese. Hablo de Am rica, claro, las migraciones a Europa, m s tard as, son otro asunto. Y por qu no hay ese relato? Imagino que hay una buena porci n de autoodio y, despu s, una deficiencia tradicional en la cultura gallega, que no miramos nuestras miserias. Las migraciones no dejan de ser sobre todo historias de trabajadores y las historias de trabajadores no suelen estar de moda. Hay muchas aristas. La emigraci n como tal es la exportaci n pseudoforzada de materia prima humana, sin duda. Las din micas y los flujos actuales tambi n, se repiten los patrones, tanto de exportaci n de carne humana como de integraci n de la primera y la segunda generaci n -que ya no es migrante-, el cuestionamiento del sentido de pertenencia o el desarraigo. Qu pasa? Que los jud os, o los italianos, o los irlandeses lo supieron explorar y buscar respuestas a ese desarraigo a trav s de las historias de sus an nimos. F jate que Italia e Irlanda son dos pa ses con Estado desde hace poco. Galicia no supo hacerlo? Galicia -y el norte de Portugal, que es casi lo mismo- era una sociedad en formaci n con muchos problemas. Lo apuntan Isidro Dubert y Alexandre V zquez, que estudian las historias de los barcos y de sus due os. Existe un silenciamiento del tr nsito entre los que se lucraron con el esclavismo -o trata de personas, en realidad ya no hab a esclavos- y los barcos que llevaron a los gallegos migrantes. Son los mismos nav os, las mismas navieras y son los mismos capitales que despu s forman los bancos en Galicia. Pero tambi n hay elementos que nos definen, como el autoodio y no querer mirar nuestras miserias, lo que desemboca en un pa s sin im genes de las an nimas. Y el resultado inmediato es una desmemoria y un olvido. Pone el ejemplo de la famosa foto de Manuel Ferrol. Las coordenadas de esto que digo se dan en esa foto. Busqu la piedra exacta en donde la sacaron y la encontr en el puerto de A Coru a. Es el v rtice de un centro comercial que quita a la ciudad la vista del mar. Cada d a que ese edificio sigue en pie es un d a perdido para nuestra memoria. En otros pa ses con historias parecidas -citaba los casos de Irlanda o Italia- sucede lo contrario. Despu s de ver el museo Epic de Dubl n, Ellis Island en Nueva York, el Hotel de Emigrantes de Buenos Aires o el Museo de Inmigraci n de S o Paulo, que no haya un centro de emigraci n en Galicia da escalofr os, es que hay que hacerlo a prop sito. El periodista y escritor Arturo Lezcano, autor de O país invisible. A epopea atlántica da diáspora galega La idea dominante sobre la emigraci n gallega sigue siendo un poco folclorizante. Yo no har a un museo de la emigraci n, con todo mi respeto para los museos. Tiene que ser algo m s vivo. Le llamar a O Esquecemento, ya lo dice el himno [ non des a esquecemento / da inxuria o rudo encono , versos de Eduardo Pondal]. Si entras en O Esquecemento inmediatamente te viene la memoria. Y ahora en A Coru a hay un muro doble. Estos d as hab a dos cruceros atracados de 40 metros de alto que no te dejan ver el mar. En Am rica los pa ses que tienen atravesado como hecho nacional la inmigraci n -Brasil, Argentina, Estados Unidos- lo ponen en valor. Irlanda tambi n. C mo no tenemos algo similar? Tal vez porque a Fraga no le dio tiempo [r e]. En el libro califica de pol ticas de Estado las realizadas por Fraga Iribarne como presidente de la Xunta de Galicia respecto a la emigraci n. Hay que reconocerlo. Otra gente muy lejos de su ideolog a supo ver esas pol ticas. Seguro que ten a lecturas pol ticas secundarias, por supuesto. Tambi n lo explica en O pa s imposible: clientelismo, folclorismo mal entendido, manipulaci n electoral... Claro, pero hizo algo. A partir de ah , hubo utilizaci n pol tica e instrumentalizaci n, pero es verdad que la situaci n de mucha gente en la di spora en determinados pa ses ser a dif cil si no fuera por las ayudas. Ese centro cultural, O Esquecemento, servir a adem s para que toda esa gente que ahora consigue mantener el crecimiento vegetativo de Galicia, muchos la tercera generaci n de gente que fue a Cuba, Venezuela, Argentina y ahora reside en la comunidad, conociese la historia de d nde salieron sus abuelos. Dec a que faltan im genes de las an nimas, de las voces bajas. Otros pa ses migrantes han producido gran literatura y, derivado de ella, cine. Es el caso de Galicia? En mi opini n no. La mayor producci n literaria sobre los gallegos migrantes de la primera onda, en el siglo XIX, se daba sobre todo en la ingente prensa migratoria en Cuba. A Cuba van [el poeta] Curros Enr quez, y va Ram n Cabanillas [tambi n poeta, de los fundamentales del primer tercio del siglo XX] y all escribe No desterro. En Cuba Fontenla Leal promueve el Himno Galego [letra de Pondal, m sica de Pascual Veiga] y contribuye a la construcci n de s mbolos nacionales, bandera incluida. Hay novelas, como Estebo [de Xos Lesta Meis], en los a os 20. El centro de la emigraci n gallega y su producci n cultural pasa m s tarde de Cuba a Buenos Aires. Tambi n durante el exilio. Neira Vilas es quiz s su mayor narrador. Sin duda. Fue un emigrante exiliado, que reemigra de Argentina a Cuba [donde residi entre 1961 y 1992]. M s tarde, Xavier Alcal escribi mucho sobre Cuba, Argentina, Brasil o Uruguay. Y ahora empieza a haber una mirada l cida de gente interesada en el fen meno de la di spora que no cae en la romantizaci n. Pero cada una de estas historias tiene un libro y una pel cula. Por lo menos! O pa s invisible aclara o contrasta historias muy conocidas pero veladas por un manto de imprecisiones y lugares comunes. Son los casos de la citada foto de Manuel Ferrol o de la composici n de A Rianxeira, por ejemplo. Lo que hice no es nada m s que reporterismo. Cuando llego a casa de Chanquete [Juan Calo, el ni o de la famosa imagen de Manuel Ferrol] lo primero que me dice es: Sabes qu ? A m nunca me preguntaron por mi vida . C mo es posible? Esa foto lo sintetiza todo. Manuel Ferrol la hace con una Rolleiflex medio oculta. Le pagaba la Comisi n de Emigraci n, un organismo franquista para pseudoblanquear el fen meno migratorio. Despu s silencian la serie de fotos, que no se publican en Espa a, sino fuera, de tapadillo. Solo es reconocido d cadas m s tarde. Pero ya est . El autor, no los protagonistas. Exacto. Chanquete muri el a o pasado. Se publicaron piezas lacrim genas, obituarios. Pero no sabemos nada: si se marchaba el ni o, si se marchaba el padre, o qu . De la vida de l tampoco, y condensa la historia de Galicia. Muri el ni o de la foto , dec an las necrol gicas. C mo va a morir un ni o de 72 a os?! Est is creando un Joselito. No quisisteis saber nada de un tipo reventado de trabajar en el Gran Sol, despu s en Su za, sin pulm n, fumando lo que no tiene en una taberna de Fisterra. Cubiretas de las versiones en gallego y en castellano de O país invisible , de Arturo Lezcano El proceso de documentaci n y escritura de la obra fue proceloso Descubri alguna historia que cambiase su mirada? Lo que m s desconoc a, la ltima emigraci n a Panam , me dio la vuelta a la cabeza. Eran en parte rebotados de M xico, reemigrados en los 60. Historias muy violentas en un pa s muy despoblado. Y es el pa s donde los gallegos fueron, y son, m s lobby. Consiguieron introducirse en las administraciones y, en varios momentos de la convulsa historia pol tica de Panam , hacer cambiar una legislaci n. Todo basado en el cr dito de dinero a las clases m s bajas que no ten an acceso a l. Fueron una especie de paraestado, un lobby econ mico muy fuerte. Los dos anteriores presidentes del pa s fueron gallegos, la amante oficial del tercero es gallega. No ha dado ni tiempo a romantizarlo. Panam es otra cosa. Esa romantizaci n, incluso por parte de gente que lo vivi directamente, existe. No nos trataban tan mal , aseguran algunas personas. Y sin embargo, relata usted, en Cuba recib an a los migrantes con un campo de concentraci n, en Argentina otro tanto. Todas las comunidades migrantes tienden a ello. No s si forma parte de la naturaleza humana pero s , hay cierta romantizaci n. Es una herramienta para luchar contra el desarraigo. Romantizas el lugar de donde saliste -el h rreo, el cruceiro, los centros gallegos son como c psulas del tiempo- y despu s romantizas el lugar al que llegaste: luchamos, trabajamos a tope y conseguimos quedarnos porque nos abrieron la puerta. No fue as , en realidad. Y ahora, no como grupo pero s como individuos, a veces sale lo peor. Gente que emigr y sostiene que si alguien no tiene los papeles en regla, que echen a todo el mundo. O el voto de comunidades migrantes de Estados Unidos. Los pueblos no aprenden de su historia, por lo que dice. Absolutamente. Estamos condenados. Por eso insisto en lo del olvido. Porque si no tienes presente el olvido de algo no puedes tener memoria. Escribe sobre la huella de Galicia en Am rica pero, cu l es la huella de Am rica en Galicia? Galicia es un libro de geograf a que se lee en los carteles de los comercios y bares. La emigraci n es un tr nsito de trabajadores. Negarla es como ponerle vallas al campo, no se puede hacer. Am rica es una palabra que tiene eco en todos nosotros desde que nacemos. Est en las expresiones, del manda chover na Habana a los lunfardismos que incorporamos. Est en las ciudades a las que retornaron algunos migrantes que hab an salido de la aldea y en las propias aldeas. Y ahora en esa tercera generaci n que vuelve a Galicia y mantiene su crecimiento vegetativo.


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