Saturday 18 October 2025
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eldiario - 10 hours ago

Recuperar el sentido

Crecí escuchando la clásica pregunta de “qué quieres ser de mayor”. Si me la hicieran ahora, mi respuesta sería que una persona feliz, tranquila, con tiempo para pasear y conversar con sus seres queridosVivir es político Podr a pasar horas contemplando las rutinas del protagonista de Perfect Days, la hermosa pel cula que Win Wenders estren en 2023 y con la que rindi un sentido homenaje a Yasujiro Ozu. Cada ma ana, Hirayama limpia los ba os p blicos de Tokio. Lo hace meticulosamente, con la destreza y serenidad de quien realiza un antiguo ritual sagrado. Pasa el pa o con cuidado, mueve el cubo de lado a lado, repasa los peque os rincones con un cepillo, se asegura de que todo haya quedado limpio. Lejos de transmitir desgana o asco, Hirayama nos muestra la atenci n y el cuidado de quien sabe que haciendo bien su trabajo est aportando algo valioso a la comunidad. Puede que limpiar ba os p blicos sea uno de los trabajos m s desagradecidos e invisibilizados, pero precisamente suelen ser estos los que sostienen nuestra vida cotidiana. Pero volvamos a nuestro protagonista, porque lo que descubriremos a lo largo de la pel cula (y esto no es esp iler, no se preocupen) es que ha encontrado una forma de estar en el mundo con sentido, con prop sito. Y esto me hace pensar en la que creo que es una de las grandes crisis de la sociedad actual, la p rdida del sentido. Crec escuchando la cl sica pregunta de qu quieres ser de mayor . Si me la hicieran ahora, mi respuesta ser a que una persona feliz, tranquila, con tiempo para pasear y conversar con sus seres queridos. Sin embargo, en aquella poca todos los ni os contest bamos: maestra, bombero, m dica, enfermera... El trabajo era algo que definir a qu tipo de persona ser as, c mo te situar as en tu relaci n con el mundo, qu ofrecer as a los dem s. Me disculpo continuamente. Me disculpo con mis padres por no poder charlar con ellos ni verlos el domingo, me disculpo por los mensajes no respondidos a amigos o compañeros, me disculpo por no atender las llamadas, por no responder los mails, por no asistir a los cumpleaños, por estar cansada y no tener ánimos, por tener el cerebro frito o por solo ser capaz de desplomarme en la cama cuando al fin, al fin, termina la jornada As llegamos a la edad adulta, esforz ndonos por encontrar una vocaci n, escuchando eso de encuentra un trabajo que ames y no trabajar s ni un solo d a de tu vida , y nos dimos de bruces con la trampa, porque el amor no resiste a relaciones desiguales y de sometimiento. Quiz la frase que m s repita a lo largo de mis d as sea no llego , o estoy desbordada , o no me da la vida , elijan la versi n que prefieran. Me disculpo continuamente. Me disculpo con mis padres por no poder charlar con ellos ni verlos el domingo, me disculpo por los mensajes no respondidos a amigos o compa eros, me disculpo por no atender las llamadas, por no responder los mails, por no asistir a los cumplea os, por estar cansada y no tener nimos, por tener el cerebro frito o por solo ser capaz de desplomarme en la cama cuando al fin, al fin, termina la jornada. Y si miro a mi alrededor, observo que no soy una excepci n, tengo la impresi n de pertenecer a la generaci n del agotamiento. Y con este clima no es extra o que estemos viviendo un cambio de paradigma en nuestra relaci n con el trabajo. De la vocaci n hemos pasado a la desafecci n, porque cuando nuestro trabajo no nos deja tiempo para vivir deja de ser una forma de estar en el mundo y se convierte en una forma de desaparecer de l. Pienso en Hirayama, en la placidez con la que termina su jornada y riega sus plantas, escucha sus cintas de casete, revela sus fotografías analógicas o disfruta de un baño. E imagino que nuestros cuerpos exhaustos pudieran aspirar a eso. Necesitamos políticas que nos devuelvan el tiempo, que reconozcan que trabajar bien y vivir bien no son incompatibles, necesitamos un cambio profundo que nos devuelva el sentido Cada vez m s y sobre todo en las generaciones m s j venes, se instala la idea del trabajo nicamente como un medio para conseguir dinero, algo que hacemos para subsistir, pero que nos oprime y, por lo tanto, nos desvincula, una fuente de ansiedad que hace que perdamos el sentido. Ese sentido de formar parte de algo, de lo p blico, de lo colectivo. Trabajamos para llegar al fin de semana y apagar el cerebro, y en esa supervivencia perdemos lo m s valioso que tenemos, la relaci n con los otros. Pienso en Hirayama, en la placidez con la que termina su jornada y riega sus plantas, escucha sus cintas de casete, revela sus fotograf as anal gicas o disfruta de un ba o. E imagino que nuestros cuerpos exhaustos pudieran aspirar a eso. Necesitamos pol ticas que nos devuelvan el tiempo, que reconozcan que trabajar bien y vivir bien no son incompatibles, necesitamos un cambio profundo que nos devuelva el sentido.


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