Wednesday 29 October 2025
Home      All news      Contact us      RSS      English
abc - 2 days ago

Salvar Doñana , obreros de la música con espíritu punk: «Podríamos haber escogido otro nombre, pero sería como desperdiciar una valla publicitaria»

Se podría decir que sucedieron casi a la vez. No en el tiempo, pero sí en el momento vital de ambos. Nacimiento y renacer. Su primer hijo llegó a este mundo mientras se empezaba a gestar su primer disco juntos, tras la reciente separación de Califato ¾. Entonces, una nueva vida musical y personal se abría paso para Curro Morales y Rosana Pappalardo . «Ha sido un proceso liberador, pero bastante durillo», precisa la propia Pappalardo, quizás una de las voces más reconocibles de la escena sevillana, no sólo por su etapa como califata , sino también por su aparición en multitud de proyectos de la escena más urbana de la capital hispalense. «Este ha sido un proceso donde liberar cosas que teníamos dentro y que necesitábamos sacar. Ha sido más llevadero gracias al niño, que de alguna manera ha dulcificado todo. Sin él, probablemente hubiera sido aún más duro», añade. Su hijo Curro —«pero Curro, Curro, no Francisco como el padre», recalca la artista— descansa en el cuarto de al lado, junto al estudio casero que tienen montado en casa. Aquí es donde sucede todo, entre la cocina, el salón y la terraza de su casa: Salvar Doñana encuentra su razón de ser, precisamente, en ese equilibrio donde la conciliación aparece entre la cotidianeidad del día a día y los escenarios. «Tener menos tiempo, personalmente, me ha hecho valorar más cada momento que puedo dedicar a la música», confiesa Curro. «Antes, cuando tenía todo el tiempo del mundo, quizá no me ponía con la misma intensidad o energía. Ahora, cuando tengo un rato mientras el niño duerme, me pongo los cascos y me concentro totalmente, aunque solo tenga tres cuartos de hora». Rosana coincide, aunque matiza que a veces es complicado equilibrar esa rutina en torno a la casa y al grupo: «Nuestro hijo está con nosotros mientras grabamos una voz o trabajamos en algo, así que forma parte del grupo y del proceso. Está presente todo el tiempo y aunque a veces pueda dificultar un poco las cosas, creo que aporta mucho más de lo que quita». Embarazo, mudanza, parto. El primer disco de Salvar Doñana ha atravesado lo musical con lo personal, mucho más que en otros proyectos. Según Rosana, «está impregnado por él. Por ejemplo, Ardoria es una canción que va sobre el parto. Todo eso tenía que salir por algún lado y tenía que ser de esta manera». Además de esta nueva etapa en lo personal, en lo profesional, aunque ambos tienen sus proyectos —Curro es uno de los integrantes de NARCOS y Rosana, aparte de sus constantes incursiones en los escenarios, está actualmente estudiando cante flamenco en el conservatorio —, en Salvar Doñana han encontrado la forma de aunar todas esas influencias que, hasta ahora, no habían calado con suficiente consistencia: «Pienso que la existencia de este grupo responde, sobre todo, a la necesidad de plasmar muchas influencias que en los últimos años han sido muy fuertes para nosotros», aclara Curro desde el salón de su casa, rodeado de vinilos , una de sus grandes pasiones y, sin duda, uno de los principales motores creativos del grupo. «Con Salvar Doñana tuvimos la oportunidad de empezar de cero y hacer música que nos permitiera filtrar todas esas influencias y plasmarlas en algo nuevo. Como un borrón y cuenta nueva». Al principio, tras la separación de su anterior grupo, Curro y Rosana se rodearon de algunos músicos amigos con la intención de formar una banda. «Éramos cuatro, pero nos dimos cuenta de que, en ese momento, necesitábamos hacer las cosas solos . Nosotros dos», admite Rosana. «Luego ya veríamos quién se incoporaba al proyecto, pero primero necesitábamos poder expresarnos sin tener que quedar con más gente para plasmar una idea», expresa Curro quien, además, admite haber encontrado un sistema que le permite conciliar esta nueva vida con el proceso creativo que requiere un grupo como Salvar Doñana: «Estar solos era lo más ágil. Poder estar aquí, un día cualquiera, cocinando o escuchando un vinilo y tener el estudio disponible para plasmarlo rápidamente», explica. «Eso no lo hemos tenido en otros proyectos. He creado en mi estudio una configuración que me permite capturar ideas rápidamente. Antes trabajaba con estructuras más complejas, pero ahora tengo un sistema para trabajar con Rosana y que se adapta a nuestra forma de vida y es muy sencillo». Una vez el tema está cerrado, lo llevan a Jordi Gil (Sputnik Studios) y empiezan a trabajar en el sonido del mismo. La primera canción que surge del que será su disco homónimo ( Salvar Doñana , raso, 2024), UTOPÍA (Una canción para Lore) , nace de una pérdida. «Es la más oscura del disco, quizás, pero es la que da inicio a todo», confiesa Rosana, que es no solo la frontwoman del grupo —«no me gusta esa palabra», admite entre risas—, sino también la líder y la cara del mismo. «Es mi primer proyecto así y para mí es una responsabilidad», añade y Curro continúa: «Yo tenía ganas de dar un paso atrás. Lo estaba haciendo poco a poco, pero en este proyecto me apetecía simplemente dedicarme a la música y no tener que cargar con ese peso. Además, creo que a ella naturalmente se le da todo bien, tiene muchísimo gusto y a mí eso también me inspira». Las canciones fueron llegando poco a poco. La primera en ver la luz fue Amanecer , cuyo título, letra y vídeo ya nos daba a entender que esta era una época personal y profesional de cambio hacia otro lugar. En Salvar Doñana la composición de los temas suele ser a medias y partir de ideas comunes, un equilibrio que ambos se encargan de cuidar: «Las canciones surgen estando juntos, escuchando música y comentándola. Ella se encarga de ayudar con las melodías y del trabajo vocal, las letras algunas son suyas y otras mías, y luego me encargo de las armonías. Tenemos el trabajo repartido, los dos estamos involucrados en todo el proceso». El estilo de Salvar Doñana bebe de sintes ochenteros, del flamenco, del club y del pop, todo ello envuelto en una actitud punk tanto en las letras como en el escenario. —La movida es punk porque la hacemos nosotros —dice Curro. —Sí, es muy sweet punk —añade Rosana. —Y es también muy DIY porque lo hacemos todo en casa, nos encargamos de todo y eso es muy punk. El nombre del grupo es una de las principales señas de ese espíritu reivindicativo y contestatario: «Tenía un significado interno para nosotros y nos gustaba estéticamente, pero además nos atraía la idea de que tuviera un mensaje», dice Rosana. «No hace falta que hagas nada: con que lo ponga un medio, una revista o una web, ya estás haciendo algo. Nos gusta la idea de la resistencia pasiva», explica Curro. « Es interesante desde un punto de vista situacionista. Podríamos haberle puesto cualquier cosa que no significara nada, pero sería como desperdiciar una valla publicitaria». Ese latido punk tiene también resonancia en sus letras, sin llegar a provocar ruido sobre las mismas. En ellas se filtra la cotidianeidad, como en Magic Island . Un tema que bien podría ser una crónica local que pasa de hablar de los «sevillanes», a cómo ha cambiado la propia ciudad (para bien y para mal), a reflejar incluso el problema de la vivienda. «Este disco habla de cosas pequeñas, como fumar en la terraza. Hemos pasado mucho tiempo en casa debido al niño y al trabajo, viviendo en el barrio, es normal que todo eso se refleje en las canciones », detalla Rosana. «Nos parecía más interesante hacerlo así», responde Curro. Las canciones, aunque se empapen de ese descontento social desde la cotidianeidad , parten de lo personal para conectar con vivencias comunes: «Cuando conoces la idiosincrasia de tu ciudad te das cuenta de que no todo es perfecto. Hay muchas miserias, muchos problemas en el barrio», continúa Rosana y añade: «Pero decir sevillanes está bien porque reconoce a mucha gente que ha estado oculta durante mucho tiempo, como las camareras de las vírgenes, personas que parecían no existir y que ahora pueden mostrarse con orgullo». Curro, por su parte, admite que hay cierto poso de esperanza entre la crítica: «No es un mensaje positivo directo, pero señala que algunas mejoras se han dado gracias a la lucha . La canción [ Magic Island ] reconoce que las cosas están difíciles, pero que no es inútil actuar. Luchar no consiste en enumerar grandes logros, sino en valorar pequeñas conquistas que pueden parecer insignificantes, prueba de que preocuparse y actuar genera consecuencias positivas». Rosana responde sonriendo: «Un poquito de conciencia social nunca viene mal». Es en los directos de Salvar Doñana donde todo este espíritu punk cobra otra dimensión. Aunque el grupo lo conforman principalmente ambos artistas, éste se adapta a las circunstancias según el formato o el escenario. «Mi hermana siempre ha estado involucrada en todos los proyectos», admite Curro. «Graba violines, coros, ha trabajado con Califato y con Narcos y siempre colabora. A veces participa en un concierto entero y otras no, depende de la situación». También se une a la formación la artista Restinga tocando el bajo, aunque para Rosana «la participación de más músicos depende del presupuesto». La artista concede que le gustaría llevar más músicos, «pero con la experiencia hemos aprendido a mantener un proyecto más flexible, así podemos reemplazar a quien no pueda asistir». Y Curro sentencia: «Hemos formado un grupo de unas siete u ocho personas que podemos cambiar, menos a Rosana, a ella no la podemos reemplazar». El 1 de noviembre estarán en la sala Holländer dentro de la gira de este primer disco que, tras las citas veraniegas, va añadiendo fechas al calendario mientras el grupo va perfilando su segundo disco. « Hemos estado dos semanas en Sanlúcar grabando el segundo disco , allí en una bodega de vinos y ha sido genial», afirma Rosana. «Nos hemos detenido a hacer canciones, teníamos un directo muy cortito y había ganas de dedicarle algo de tiempo a eso. Queremos sacar el disquito nuevo el año que viene», adelanta Curro. El otro Curro, el pequeño, se despierta casi al final de la entrevista. Incluso saca una cámara de fotos digital, de la que no se separa desde hace un tiempo, para inmortalizar el momento. «No tenemos prisa con el proyecto, lo queremos disfrutar», dice Rosana. « Venimos de proyectos más estresantes y queríamos que este fuera diferente , estamos intentando hacer slow music , componer cuando podemos y cuando estamos contentos con algo. Rosana continúa: «Estamos intentando hacerlo de otra manera. Hoy en día con tanta inmediatez… nosotros queremos estar un poco al margen de lo que se está imponiendo». Ambos ostentan una gran experiencia en la escena musical andaluza y nacional y se consideran «obreros de la música, en un momento en que a los artistas se les exige mucho más que componer, como presencia en redes sociales e incluso actitud de influencer: « Tenemos la esperanza de que exista otro camino », detalla Rosana y añade Curro: «Con poder tocar nuestra música, estamos contentos. Luego, yo pincho en algún restaurante o Rosana se hace un bolo en el Palmar cantando por Niña Pastori y lo prefiero así porque estas cosas me mantienen los pies en la tierra. No depende mi pan de Salvar Doñana ». Rosana coincide con la reflexión: «Es difícil vivir de la música, aunque yo tengo la mili hecha entre ferias, bodas, bautizos y comuniones. Y no se me van a caer los anillos si lo vuelvo a hacer, no pasa nada. Queremos que Salvar Doñana exista y que esté ahí, que llegue a la gente, con eso me conformo», admite y, dos segundos después añade, con el pequeño en brazos: «Con eso y con hacer lo que queramos».


Latest News
Hashtags:   

Salvar

 | 

Doñana

 | 

obreros

 | 

música

 | 

espíritu

 | 

Podríamos

 | 

haber

 | 

escogido

 | 

nombre

 | 

sería

 | 

desperdiciar

 | 

valla

 | 

publicitaria

 | 

Sources