Tuesday 28 October 2025
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abc - 3 hours ago

La canción de la tierra estremece Les Arts

Se podrá discrepar, pero estoy seguro de no exagerar si afirmo que, posiblemente, la OCV se encuentre en su mejor momento desde su creación y ello va a coincidir con una de sus temporadas más espectaculares en su vertiente sinfónica por los directores que se van a poner al frente de la formación. Podemos decir que ya es un elemento fundamental de ello su nuevo director titular y eso que se trata de un recién llegado. De hecho, el director británico ha hecho su debut oficial con este concierto, y a la vista de los resultados su designación se está revelando como una acertada decisión. Elder está conduciendo a la orquesta a territorios próximos a la perfección y obteniendo de esta un sonido grande, maduro, denso a la par que analítico por medio de la claridad y transparencia y sin restar un ápice de emoción a las lecturas, sino más bien todo lo contrario. El Mahler o el Shostakóvich escuchado se revelan profundos e incluso emocionales, pero no a través del fútil artificio si no extrayendo la verdad que encierran las partituras. La sinfonía Praga , estrenada en 1787, con la que comenzó el concierto fue inicialmente diseccionada a partir de una introducción casi monumental, que Elder ralentizó para enfatizar que se trata de una música para nada intranscendente. Tras este prólogo la sección más rápida en las partituras del periodo clásico, una vez más, se vio perjudicada por una acústica que en el caso de las cuerdas tiende a difuminar las escalas en un todo uniforme. Mozart en cierta forma sobrio, magníficamente expuesto en el que se pudieron apreciar rasgos más propios de las interpretaciones modernas y otros casi historicistas no solo en el empleo de algunos instrumentos siguiendo estos criterios, como el timbal o las trompetas, sino también como en la ausencia de vibrato y un control en las dinámicas, huyendo de contrastes demasiado evidentes. Verdaderamente memorable fue la segunda parte con una obra que, pienso, acertadamente Bernstein, y otros muchos, la entendieron como una sinfonía cantada y dividida en seis partes para voz y orquesta, totalmente cohesionadas a pesar de la gran duración de la que cierra la partitura. También admite debate, por supuesto, pero tampoco creo que sea una boutade afirmar que Das Lied von der Erde es la culminación del pensamiento musical y filosófico de Mahler y el «Ewig…Ewig…» (eternamente), anotado por Mahler «la canción termina suavemente», el mejor cierre posible a toda su obra. La obra precisa de un tenor por instantes lírico y amplio fraseo, y en ocasiones con las hechuras de un auténtico heldentenor o tenor heroico, y de una mezzosoprano de amplio registro y con capacidad emocional para interiorizar y cantar los pasajes más profundos y filosóficos. Un tour de force para ambos. La responsabilidad en esta ocasión recayó en el británico David Butt Philip y de la mezzosoprano californiana Sasha Cook. Ambos estuvieron, magnífico el primero, y magistral la segunda, en sus respectivos desempeños, contribuyendo a un éxito memorable. Butt Philip mostró todo el arrojo que requiere el exigente lied con el que de forma temible se abre la obra, imponiéndose a todo el magma orquestal con el que compite, para seguidamente apianar y frasear en los instantes más líricos sin perder la compostura. En el tercer movimiento el tenor ha de transmitir frescura, juventud y capacidad para el canto más puro y en el quinto ha de demostrar de nuevo capacidad para enlazar lo lírico y lo heroico, la melancolía y la felicidad momentánea y pasajera casi sin solución de continuidad. Un torbellino de emo es decir, nada nuevo que no suceda en el complejo el mundo mahleriano. Todo ello lo cumplió el tenor británico con admirable suficiencia. La gran sorpresa de la velada fue la mezzosoprano californiana Sasha Cooke, poco conocida en nuestro país ya que lleva a cabo su exitosa carrera principalmente en los Estados Unidos. Una voz que se mostró ideal para esta obra manejada con gran inteligencia para cada uno de los lieder. Memorable la entrada en el segundo lied, encantadora en el fraseo en el cuarto «De la belleza», y profunda y serena en La despedida, el gran lied que cierra esta obra maestra de la música occidental. Una interpretación referencial que no me consta que haya grabado, desgraciadamente. La canción de la tierra a pesar de la gran orquesta de la que Mahler se sirve, es una «sinfonía» de gran transparencia armónica, por instantes camerística, en la que los grandes tutti aparecen solo en momentos puntuales, cobrando los numerosos solistas un especial protagonismo. En este caso tenemos que citar por encima de todos, el oboe de Christopher Bouwman omnipresente, pero sobre todo en el segundo lied El solitario en otoño y en el amplio movimiento de cierre. Y, como no, la flauta de Magdalena Martínez especialmente en el el amplio y de belleza estremecedora Der Abschied («La despedida»). Una tarde memorable. Jueves 23 de octubre de 2025 Auditorio Palau de les Arts Obras de Mozart y Mahler Sasha Cooke (mezzosoprano) y David Butt Philip (tenor) Orquesta de la Comunitat Valenciana Sir Mark Elder, director musical


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