Thursday 30 October 2025
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abc - 4 days ago

Fernando Franco: «Como cineasta y espectador me interesa que la película me mueva, aunque sea para el rechazo»

Casi una década después de su debut a lo grande en el largometraje con La herida , ganadora de un Goya a la Mejor Dirección Novel, a Fernando Franco (Sevilla, 1974) le apetecía estrenarse en el thriller y encontró en Subsuelo , la novela homónima del bonaerense Marcelo Luján, la temática perfecta: «Me interesó mucho cómo hablaba de la familia y luego había algo de reto a la hora de adaptarla por su complejidad en el tratamiento del tiempo», dijo durante su presentación en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), donde concursa en la Sección Oficial. Junto a Begoña Arostegui fue dando forma al guion hasta dar con el «registro» que quería. Les tocó, versión tras versión, «depurar, priorizar, sacrificar...». Está acostumbrado por su oficio de montador - Blancanieves , Robot Dreams o Que Dios nos perdone , entre otros filmes, llevan su firma-, algo que reconoce que le condiciona a la hora de dirigir «para bien y para mal»: «Te adelantas a un montón de cosas, pero también de tanto preocuparte te acabas constriñendo». Dijo en la presentación que su intención fue construir una peli «atmosférica». Se habló también de que era un film «tenso y enmarañado». ¿Cómo trabajó para dar con ese tono turbio, oscuro? A base de ensayo, de mucha prueba-error, de ir buscando cosas tanto en las interpretaciones como en la puesta en escena. Queríamos que fuese una cosa bastante depurada, que hubiera pocos elementos. Prácticamente son la familia y la casa, y nuestra intención fue hacer que funcionara con esos pocos recursos. La novela es aún más enrevesada.... ¿Por qué decidió alejarse del desenlace? Sí, es una novela negra muy del tipo de Raymond Chandler o Jim Thompson. Luego, formalmente, es bastante arriesgada, muy moderna, pero cuando tú la trasladas a la gran pantalla lo que principalmente estás llevando es el argumento, y yo quería trabajar en un registro más realista, más naturalista. Había algo en el desenlace que en la novela, en el papel, funcionaba muy bien, pero en el registro en el que estaba trabajando pensaba que no lo iba a hacer. Trabajé mucho con Julia Martínez (la protagonista) de qué mundo se nos abrían y que haría con su personaje si el final de la novela no era el que íbamos a tener. También con Bego (Begoña Arostegui), que escribió el guion conmigo, y que su contribución fundamental tuvo que ver el final. Ese trabajo de depuración creo que le hizo manejar muchas versiones de guion. Sí, pero soy montador. Mi oficio es el montaje y es con lo que he crecido. El montaje ya es un trabajo de ir depurando versión tras versión, ir priorizando, sacrificando, y como la escritura también también es algo parecido, pues no lo siento como algo difícil o traumático porque soy consciente de que hay que sacrificar cosas. No me tiembla el pulso para nada si hay una subtrama que se cae entera. De hecho, en esta película hay una en concreto que rodamos y luego no está. Ha mencionado su oficio de montador, ¿hasta qué punto le condiciona a la hora de dirigir o de pensar la película? Mucho, para lo bueno y para lo malo. Estoy todo el rato pensando en cómo va a ser esto cuando llegas a la sala de montaje, cómo va a funcionar. Me condiciona muchísimo. Para lo bueno, porque creo que me estoy adelantando a un montón de y para lo malo, porque hay cosas que de tanto preocuparme me acabo constriñendo, pero es indisociable. Ahí es donde me he formado y sigo trabajando porque me encanta. Es una película enrevesada, no lineal, con saltos temporales, algunos de ellos no muy claros. ¿Le preocupó o llegó a pensar que el espectador se podría perder? Me preocupa, pero también lo busco. Soy docente. Doy clases en la ECAM desde hace un montón de años y en otras escuelas, y siempre lo primero que digo es que en cualquier cosa que se haga uno debe estar pensando cómo lo va a recibir por primera vez alguien que entra en una sala, que ha pagado una entrada, que no es obviamente como tú lo percibes porque llevas cuatro años en el pr de ahí que siempre se tenga que intentar estar en los zapatos de ese público. Pero también me parece que, al revés de lo que se suele decir de que una secuencia necesita su plano de situación, lo interesante es que no la haya, que el espectador por un momento esté un poco perdido, porque si lo está y la película le interesa va a estar activo, va a estar pensando, y eso es lo que me gusta a mí, que me mantenga despierto y que me apele directamente. ¿Esa era la reacción que buscaba en el espectador? Sin ánimo de querer sonar pedante, estaba esa cosa de emocionar, que al final etimológicamente viene de emovere , que es mover. Es lo que me interesa como espectador y como ci ir a ver una película y que me mueva de alguna manera, que a veces puede ser para el rechazo, pero si me lo genera de una manera visceral no considero que haya perdido el lo que no me gusta es la indiferencia. Trabajó con dos actores muy jovencitos. Julia Martínez debuta con usted en el largom Diego Garisa había hecho algo antes, pero no con tanto peso. ¿Está satisfecho de lo que ha sacado de ellos? Súper satisfecho. Han sido muchos ensayos y estos te sirven para preparar cosas que vas a rodar, también para limar el guion y generar una relación de confianza mutua. Estoy súper contento con lo que han me parece que están espectaculares y me encanta que haya sido la nuestra su primera película. El sentimiento de culpa, la discapacidad... Son temas que también están muy presentes en otras películas suyas ¿Por qué le interesa hablar de estas cuestiones? Alguien tiene que hacerlo. Son temas de los que no se suele hablar dem no digo que sea el único que lo haga, pero no hay muchos, quizá porque son temas que a priori no son tan apetecibles, tan comerciales... Pero creo que el cine sirve para construir el imaginario colectivo de la gente, y que como cineastas tenemos la responsabilidad de hablar de según qué cosas, que no sean siempre las mismas, y a mí me interesan también particularmente. Me documento sobre ellas, leo, aprendo... Son cosas que te rodean pero que no las sueles prestar atención. Otro de los temas que subyacen es el uso que se hace de los móviles por parte de los jóvenes. Hasta qué punto te interesaba introducirlo. Hay un tema que me preocupa o que me interesa en general, que es la incomunicación, y creo que los dispositivos que están hechos para comunicarnos muchas veces conducen a lo contrario. El mundo de los WhatsApp, que en la película están bastante presentes, me interesa la discrepancia entre lo que recibes tú en la pantalla del móvil y realmente cómo está esa otra persona que lo manda. Esas fricciones entre lo que un emoji condensa y la realidad me interesan. Es un thriller en el que poco a poco se vayan desvelando cosas, se van uniendo piezas del puzle... lo que te remite en algunas cuestiones al cine de Brian de Palma, que a su vez es muy hitchconiano... ¿Tenía en mente alguna película o director cuando escribió el guion y se puso a dirigir? Soy muy cinéfilo, veo mucho cine. No hay una referencia directa concreta, pero sí hay cosas que sobrevuelan. Has dicho Brian de Palma, que es un cineasta que me interesa bastante. Luego hay una película de Hitchcock que me gusta mucho, de la que no se suele hablar tanto, que es La sombra de una duda , que habla un poco de la familia y como un elemento aparentemente funcional se convierte en lo contrario. Está también Claude Chabrol y su retrato de la familia burguesa... En general en esta peli, no sé si es porque he cambiado un poco mi manera de rodar, de pensar el cine, tenía en mente cosas más clásicas.


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