mundodeportivo - 3 days ago

Desde que su hijo Xabi vistió como futbolista la camiseta blanca del Madrid y posteriormente se ha convertido en el entrenador del equipo blanco, ‘Periko’ Alonso se autoimpuso la ley del silencio, que le permite evitar polémicas mediáticas entre el pasado “culé” del padre y el presente madridista, del segundo de sus tres descendientes. Y qué mejor para escapar del ruido que suelen generar los días previos a un Clásico que coger la escopeta e irse con los amigos de la cuadrilla a cazar palomas y otras aves migratorias a un coto de la provincia de Soria. Retirado de los banquillos y jubilado de la chatarrería que heredó de su padre en Tolosa, Alonso, a sus 72 años, recuerda con nostalgia las tres temporadas que vistió de blaugrana, tras ganar de forma consecutiva dos títulos de Liga con la Real Sociedad a primeros de los ochenta. Fue el único internacional al que se atrevió a traspasar el presidente Orbegozo, que cada verano tenía que esquivar el insistente interés de Núñez por llevar al Barça a Arkonada, Zamora y López Ufarte. A quien este último se lo había reclamado hasta el mismo Maradona. Así fue como tras la decepción del Mundial de “Naranjito”, el mediocentro tolosarra, a punto de cumplir los 30, se encontró compartiendo vestuario en el Camp Nou junto a Schuster y Maradona. A quienes nunca llegó a explicar que su verdadero nombre de pila no era ‘Periko’, como popularmente se apoda a los Pedros en Euskadi. Él fue bautizado con el nombre compuesto de Miguel Ángel, pero “en el colegio empezaron a llamarme ‘Periko’, como mi abuelo, y por mi hermano mayor que se hizo sacerdote y al ordenarse decidió cambiar de nombre, con lo cual heredé yo el suyo”. Confiesa el bueno de “riau, riau” , que es como realmente le llamaban los compañeros más cercanos de la lujosa plantilla barcelonista, por la manera tan peculiar que tenía de correr con los dos dedos pulgares de las manos levantados.

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