Tuesday 28 October 2025
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eldiario - 3 days ago

La vida es provisional un año después de la DANA: Todavía no entiendo cómo me salvé

Vanesa ha vuelto a su casa en Picanya después de un periplo de mudanzas. Miguel rehizo su inmobiliaria y ha abierto otra. Rafael se nota más alterado que antes del 29O. Los pueblos de l Horta Sud han recuperado una apariencia de normalidad, pero hay bajos cerrados, faltan polideportivos, puentes en condiciones y cerrar la herida del barranco que los atraviesa ¿Dónde estaba Mazón? : - El documental de elDiario.es que investiga la gran incógnita del día de la dana La rotonda en la que los reyes de Espa a encajaron una lluvia de barro es hoy un nudo de tr fico fluido por el que pasan despreocupadamente los coches en Paiporta. Nadie que cruzara esta ciudad de 29.000 habitantes, s mbolo del tsunami fluvial que se trag 229 vidas el 29 de octubre de 2024, podr a sospechar que ese punto de asfalto impersonal coronado por un colosal edificio gris llamado Casa Gris saldr en los libros de historia. All , hace un a o, una sociedad herida de muerte y abandono, descarg su furia contra las m s altas instituciones del Estado sin miramiento: los reyes, el presidente de Gobierno y el de la Generalitat. Cuando la comitiva llegaba, todav a hab a muertos en los garajes, grifos sin agua, alcantarillas colapsadas y colas para obtener comida en una zona que se qued de un plumazo sin supermercados, sin bajos comerciales y sin coches. Una lengua de barro que ven a avisando desde las monta as se trag la vida en dos horas sin que nadie fuera advertido. Tampoco nadie que pase hoy por all podr a decir que Paiporta es un lugar especial o posb lico, si no fuera por cierto trasiego de periodistas nacionales e internacionales. Dos mujeres pasan por un puente provisional de Paiporta, un año después de la dana Todo es normal, aparentemente normal. Si no fuera porque entre la peluquer a y el bar hay una persiana rota por la que asoma el morro de un Peugeot lleno de barro seco y trastos amontonados. Si no fuera porque su acristalado auditorio, que era el coraz n de la vida cultural de esta localidad de l Horta Sud, est como la DANA lo trajo al mundo. All nunca m s ha sonado la voz de los actores o se ha escuchado afinar en La ning n instrumento. La piscina municipal tambi n ha sido una p rdida enorme, este verano lo hemos pasado mal, los ni os no ten an donde ba arse y tampoco se puede hacer deporte en el polideportivo , cuenta Rafael Ramos, hasta hace unas semanas presidente de la asociaci n de padres y madres Interampa, con quien elDiario.es se encuentra a las puertas del mismo centro educativo que entonces no ten a ni puerta un a o despu s. Las casas y muchos bajos est n nuevos, las ayudas se han cobrado en general. Pero la vida normal no ha vuelto. Los reyes, el 4 de noviembre de 2024, tras la lluvia de barrio en Paiporta. Por ejemplo, tenemos un colegio que lo han metido en barracones en el patio de otro colegio y siguen obras y arreglos en muchos centros con los alumnos dentro . Todo funciona, pero no va como antes. En el encuentro de 2024, Rafael estaba lleno de indignaci n y rabia, llevaba a elDiario.es a un trasiego de visitas para alertar de todas las injusticias que se estaban produciendo. Hoy, un a o despu s, este economista est sereno aunque admite no estar bien: Saltamos por cosas que no son importantes, pero seguimos muy agradecidos a toda Espa a, a n sentimos la ayuda y que la gente est con nosotros . Ahora est recaudando fondos para una escultura que recuerde toda la solidaridad de aquellos d as. Un año después de la DANA, en imágenes Desplaza el manejador a izquierda y derecha para ver las dos imágenes Paiporta no solo se construy en zona inundable y a los pies de un barranco peligroso lo que los expertos llaman avenida rel mpago porque en pocos minutos el caudal se multiplica sino que est partida en dos y tiene barrios a ambos lados del cauce. Ya se puede cruzar de una parte a otra por dos puentes (los otros han desaparecido). Pero no se cruza de manera normal, como casi nada es normal aqu . Unas endebles vallas de obra evitan que los peatones caigan al lecho marr n del cauce que les atac sin piedad aquella noche. El paso es tan estrecho que los adultos con carritos y los peatones tienen que darse la vez. Nadie se queja en esta tarde normal de que casi nada sea normal. Todo se ha rehecho de nuevo, pero la vida es provisional: una valla aqu , una calle cortada all , un local cerrado, una marca de agua en las fachadas, alba iles y operarios todav a cambiando puertas o haciendo arreglos por los estragos del barro. Un bar de los inundados reabri el viernes en Paiporta y fueron los vecinos a festejarse. El barranco que atraviesa esta localidad se sali de madre por la tarde, sobre las seis. Su entonces alcaldesa que ha dejado el cargo por motivos de salud llam alarmada a la delegada de Gobierno, que estaba en el Cecopi, y le dijo que estaba viendo a sus vecinos ahogarse por la ventana del Ayuntamiento, un edificio moderno que se asoma al Poyo. El pac fico y seco cauce con el que han convivido miles de paiportinos, el que cruzaban todos los d as por uno de sus puentes, se envalenton el 29 de octubre de 2024 y se trag a 56 de ellos. Hoy, ese cauce es una cicatriz polvorienta y h meda sobre la que cuadrillas de trabajo intentan poner orden y nueve pasarelas prometidas, como peque os liliputienses intentando embridar al monstruo, que sigue pr cticamente igual que lo dej la riada. Esto no se va a acabar nunca , dicen frustradas un grupo de tres jubiladas al cruzar la pasarela precaria y ver la enormidad del Poyo seco, en el que se est n reparando los m rgenes para intentar que otra riada no acabe por desbordar al pueblo. Pancarta en Aldaia que pide soluciones a las constantes inundaciones A ocho kil metros, en Aldaia, donde est el centro comercial Bonaire, llevan toda la vida conviviendo con los desbordes y achicando palmos de agua en cuanto llueve. Es una misi n imposible, porque el barranco de la Saleta que atraviesa el pueblo y es paralelo al Poyo no desemboca en otro barranco, el mar o en un r o. Desemboca en medio del pueblo. S . All se desparrama, donde a su vez se han construido barrios enteros sobre una huerta que era esponja y podr a haber laminado el agua y de la que no queda nada. All donde Marietta posa antes de hacer un recorrido por el peligroso lecho rodeado de casas, vidas y colegios. Marietta, del Comité Local de Reconstrucción de Aldaia, posa en medio del pueblo, donde desemboca el barranco de la Saleta. Para intentar parar a la naturaleza, Aldaia lleva d cadas haciendo apa os: unas compuertas estancas en los t neles, agujeros de desag e en el barranco, aliviaderos que pretenden redirigir el agua de lluvia, muros, muretes, muritos. Su casa, como muchas otras en esta localidad de 34.000 habitantes conocida por sus pol gonos y el Bonaire , tiene un forjado sanitario, que levanta y airea los cimientos de los edificios. All no hay pala que llegue y los pilares que sostienen los edificios est n todav a hasta arriba de piedras y barro. Esta mujer, miembro de uno de los comit s ciudadanos de la reconstrucci n que han surgido en todas las localidades inundadas, duda de la capacidad del desv o proyectado del barranco de la Saleta para salvar al pueblo: No valdr para cantidades de agua como las de DANA , expresa, mientras muestra unos bajos que se acaban de convertir en vivienda y que ser an arrasados en otra riada. Mira, como si nada , lamenta. Pancartas que piden soluciones y puertas anti riada que remiendan los portales antiguos tambi n expresan, sin palabras, las inquietudes con las que convive este pueblo acostumbrado a achicar, pero que nunca vio venir lo que pasar a y tiene terror de que se repita si no se ponen soluciones estructurales para fen menos extremos. Silvia fue v ctima, precisamente, de la naturalidad con la que viven las inundaciones en Aldaia. Vive en Barcelona y vino a Valencia a trabajar, pero cuando fue a coger el coche hab a calles cortadas. Un polic a local me dijo que era normal, que ese pueblo siempre se inundaba, que me fuera a tomar un caf a Bonaire y que en unas horas el agua bajar a . Todo lo contrario. Pas la noche refugiada en un peque o mont culo, viendo pasar contenedores y camiones arrastrados por cascadas furiosas de barro. Vivi varios d as en casa de desconocidos, sin agua y racionando comida, hasta que pudo coger un autob s al centro de Val ncia, que la escupi un d a soleado en pleno centro de la capital, en Plaza de Espa a, con unas zapatillas peque as prestadas llenas de barro y sin m vil ni maleta. Al bajar alucin . Las terrazas estaban llenas y la gente se re a , contaba hace un a o con estupor a elDiario.es. Tengo planeado volver, y voy a ir al mismo hotel, quiero ir a Bonaire, hacer todo el recorrido del a o pasado , cuenta Silvia a elDiario.es. Necesito vivirlo y verlo de otra manera . A Silvia le ha quedado una secuela de aquel milagro del que sali viva: No puedo coger el coche de noche, tampoco como pasajera, me da ansiedad. La inundaci n me pill conduciendo y recuerdo el agobio de no saber por d nde ir y c mo salvarme . El coche no era suyo, se ha dado por perdido y no ha recibido ninguna ayuda porque no ten a propiedades en Aldaia, aunque su jefe se hizo cargo de todos los gastos de transporte y hotel hasta que logr volver a Barcelona. La sensaci n general entre los habitantes de la zona cero es que las ayudas, que tardaron meses en materializarse, han llegado. Las del Gobierno que incluyen de compra de veh culos y las de la Generalitat, as como los pagos de los seguros. Pero en muchos casos no han servido para reparar totalmente la desgracia. Seg n un reciente informe de la C mara de Comercio, 460 empresas de servicios no han abierto, as como el 5,8% de empresas de pol gonos industriales anegados, que se est n reconstruyendo en el mismo lugar. Una calle de la zona cero un día cualquiera tras la dana en 2024 Vanesa confirma que ha cobrado tambi n todas las subvenciones p blicas. La inundaci n del Poyo a su paso por Picanya se llev la planta baja de la casa de esta periodista de A Punt, donde ten a cocina, sal n, ba o y despacho. Mand a sus hijas con amigos y se qued a limpiar y vigilar su vivienda hasta que lograron reponer la puerta. Cuando elDiario.es la entrevist , justo tras la riada, se iba con su familia a vivir a una casa prestada en la capital. Como la necesitaban en marzo, hemos tenido que estar un mes viviendo con mi madre, hasta que pudimos volver a Picanya , cuenta. Provisional significa con las ni as durmiendo en colchones en la cocina. A muy pocos afectados se les ha ofrecido vivienda o realojo. En su reforma no han puesto ninguna medida anti riada, est como antes: De puertas para adentro hemos vuelto a la vida normal, pero de puertas hacia afuera la recuperaci n va muy lenta. Aqu casi todo el mundo pasaba por el centro deportivo, que se inund y sigue igual. No hay ni os que aprendan a nadar en Picanya, hay que irse a otros pueblos, yo las llevo a Xirivella. Picanya era verde, y todo sigue siendo marr n. No hay c sped, ni se ha replantado, las alcantarillas las desatascamos los vecinos... . Su marido y ella han recuperado su trabajo y lograron, despu s de unos meses, conseguir coche. En la ltima alerta roja, en septiembre, pasaron la noche en vela para vigilar el barranco que pasa a unos metros de su vivienda. En su calle, una v a residencial plagada de chaletitos, algunos se alquilan, otros no van a construirse. En todas las calles sigue el polvo marr n que recuerda aquella noche en que muchos salvaron la vida de milagro. Miguel y su sobrina Sandra todav a no alcanzan a entender lo que les pas en Catarroja. Yo es que a n no entiendo c mo salv la vida , cuenta Miguel con una mueca de llanto contenida. Han cambiado las palas que empu aban hace un a o ante la c mara de elDiario.es por bolsas corporativas y cat logos de pisos. Su inmobiliaria, en la comercial plaza del Fumeral, est nueva y reluciente, incluso han abierto una segunda en Sedav . En la reforma pidieron que se pintara en el muro d nde lleg el barro, m s de dos metros. Una ola que rompi de pronto los cristales y les empuj hacia dentro del local, una ratonera de la que consiguieron salir a nado junto a dos clientes, una de las cuales no sab a nadar y casi nos ahogamos todos . El negocio va mejor que antes de la DANA, porque la crisis de la vivienda en la capital presiona tambi n l Horta Sud: La gente busca lo que sea, primeros y bajos tambi n, no les importa, porque est la cosa muy dif cil. Estamos alquilando pisos de 80 100 metros en Catarroja por 1.100 euros . Pero ni por todo el oro del mundo compensa vivir la noche que pasaron. En la ltima alerta roja, el 29 de septiembre de este a o, Miguel huy de Val ncia y se fue con su familia a Madrid. Tengo miedo, todav a no lo soporto , cuenta, mientras se despide con una sonrisa y sigue su vieja vida nueva. Llega la tarde a la zona cero. Los ni os aparecen en las calles, toman la orilla del barranco con bicis y patines, miles de personas hacen recados pensando en su trabajo, la cena, en ir al gimnasio. Son casi las 6. A las mismas 6 de un d a de hace un a o, esta gente ocupada en lo cotidiano iba a empezar a agarrarse a rboles y rejas, a llamar a sus hijos y sus padres, a sacar el coche del garaje, a ver caer un puente en directo y a intentar salvar con s banas y escaleras a sus vecinos. El despertar a las horas m s negras todo qued marr n. Hoy, aquellas paredes, solares y medianas han sido redecoradas con grafitis coloridos y murales art sticos que intentan expresar lo que todav a est atascado en la garganta: Juntos podemos , a los voluntarios , solo el pueblo salva al pueblo . La rabia a pu ados que se lanz en Paiporta ha dado paso a unas calles sin barro pero con polvo. Unas calles donde vivir es posible y donde han podido volver los vecinos, que se dividen entre los que practican un dolido estoicismo y los que enarbolan una indignada resistencia ante las responsabilidades pol ticas por lo sucedido. Hoy todo aparenta normal, aunque nada sea como antes.


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