abc - 24 hours ago

En tiempos convulsos, cuando la política internacional se transforma en ocasiones en espectáculo mediático y enfrentamientos virales , en estridencias más que en reflexión, la ficción rescata aquello que parece perdido: la complejidad, el conflicto moral, la tensión oculta entre diplomacia y poder. Series como La diplomática actúan como espejos que devuelven aspectos olvidados en el mundo real: no solo muros de poder y discursos, sino también la fragilidad humana, las estrategias y las consecuencias de cada decisión pública. La serie de Netflix estrena su tercera temporada de la mano de Kate Wyler (Keri Russell), nueva embajadora de Estados Unidos en el Reino Unido, quien tuvo que afrontar una crisis internacional tras un ataque al buque británico, tejer alianzas diplomáticas, gestionar relaciones tensas con Londres y al mismo tiempo salvar su propio matrimonio con Hal Wyler (Rufus Sewell), diplomático de carrera. En el trayecto, la serie ha ido revelando los engranajes del entorno político: agentes de inteligencia, juegos de poder en Washington y Londres, la presión de los medios, las contradicciones entre política exterior e intereses domésticos. Para su tercera temporada, que llega el jueves, la tensión alcanza un punto de inflexión. Al final de la segunda, Kate acusa a la entonces vicepresidenta Grace Penn de estar implicada en el atentado, y en ese momento crucial el presidente muere misteriosamente, lo que catapulta a Grace al poder. Así, Kate y Hal quedan en una situación precaria: ella tendrá un rol de presión desde dentro de la Casa Blanca, pero como subordinada en el aparato de Grace. A eso se suma la llegada de Bradley Whitford como Todd Penn (el esposo de Grace), nuevos enfrentamientos y alianzas inesperadas, mientras Hal debe explicar su último contacto con el expresidente.

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