Tuesday 28 October 2025
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abc - 3 days ago

Er Caserío recupera los desayunos tras una década: así es su nueva carta matutina

Diez años después, las mañanas vuelven a oler a pan tostado en Er Caserío. El histórico restaurante de la calle Acetres, fundado en 1962, ha vuelto a servir desayunos desde este otoño, recuperando una costumbre que muchos de sus fieles echaban de menos. Al frente está ahora José Luis Lebreros, yerno de Ana Guerra Castro , quien durante décadas fue el alma del local junto a su marido. Con él al mando, el bar mantiene su esencia de cocina tradicional sevillana, pero vuelve a encender los fogones desde temprano para dar la bienvenida a una nueva rutina: el desayuno con sabor a barrio. El nuevo horario arranca a las 8:00 de la mañana y se alarga hasta el mediodía. La propuesta es sencilla, pero con margen para el antojo: tostadas tradicionales y versiones especiales para los más hambrientos. Entre las favoritas del público ya destacan la de crema de queso y salmón marinado, la de tortilla francesa con mayonesa, la de queso azul con tacos de salchichón ibérico, o las más rotundas: pringá con huevo frito y salmorejo con jamón y huevo frito. Todas se pueden personalizar combinando ingredientes, y se sirven con panes de la panadería Cordero de Sevilla: molletes, rebanadas de telera, integral con semillas o las bobas, parecidas al mollete pero con más miga. Los desayunos incluyen también revueltos —de jamón con queso viejo, de chorizo picante o de bacon—, que se pueden pedir solos o combinados. Una carta breve, pensada para comer sin prisa, con la sensación de que todo está hecho como antes. Er Caserío es uno de esos lugares que han envejecido bien sin querer modernizarse. El bar sigue fiel a su estética y a su clientela de siempre, con ese aire de casa de comidas que se resiste a los artificios. La Guía Repsol le otorgó un Solete con solera , y no por casualidad: sus papas aliñás, su solomillo al whisky o sus croquetas de trufa siguen saliendo con la misma cadencia de siempre. En sus fuegos, los guisos se siguen haciendo como antes: potajes caseros, albóndigas, espinacas con garbanzos o rabo de toro meloso, además de un pescado frito que conserva la precisión de lo clásico. El regreso de los desayunos es una forma de recuperar la vida cotidiana del bar, ese primer café entre vecinos y ese mollete compartido en la barra antes de ir a trabajar. Er Caserío vuelve a sonar a cucharillas y tostadas, a conversaciones matutinas y a olor a café recién hecho. Una noticia pequeña, sí, pero de esas que hacen ciudad.


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