Sunday 19 October 2025
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abc - 11 hours ago

Un pasado por delante

UNA ciudad moderna no necesita de grandes eventos para construir un programa de progreso. Las exposiciones son una reliquia del siglo pasado, estirada por algunos países en ascenso más como exhibición de poderío económico que como palanca de crecimiento, y los Juegos Olímpicos no están al alcance de urbes de tamaño medio. Ahora las recetas del éxito consisten en la especialización y el aprovechamiento de los recursos propios mediante una idea sólida sostenida en el tiempo y un liderazgo político y social capaz de llevarla a efecto. Pensamiento estratégico . Málaga es el más reciente modelo español de un desarrollo competitivo moderno, basado en la construcción de una marca sobre tres pilares que a partir del capital natural de un clima benévolo ha sabido explotar con inteligencia y esfuerzo: el nomadismo digital, el turismo y los museos. Sevilla, en cambio, sigue viviendo de la herencia cada vez más exigua de sus grandes muestras , la del 29 y la del 92, a la espera de una renovación estructural que nunca llega porque los poderes públicos —autonómicos y nacionales— la han alejado de su esfera de su influencia, como si sintieran complejo de culpa frente a otras ciudades por inversiones realizadas hace ya más de tres décadas. Pero aunque sea de justicia que la capital de Andalucía merezca que las instituciones la tengan en cuenta, corresponde también a su sociedad civil la obligación de activarse y movilizarse contra la eterna tentación de la galbana, el narcisismo —ay, el cernudiano ombligo del mundo— y la autocomplacencia. Pecados que no se perdonan en la implacable, darwinista competencia de esta época. Porque no se puede vivir sólo de la belleza. El legado histórico ya no funciona por sí solo, o dejará muy pronto de hacerlo, como locomotora del PIB en un mercado turístico saturado. Es un patrimonio extraordinario cuya sobreexplotación como monocultivo se está agotando a la vez que la tematización y la consiguiente deshabitación del centro empieza a romper los lazos sentimentales de los sevillanos con el territorio simbólico y memorial de la identidad colectiva residenciada en el casco. La industrialización progresa a ritmo bajo o insuficiente pese a la irrupción de un emergente empresariado tecnológico y la consolidación del sector aeronáutico. Y la construcción va tirando a base de agotar la disponibilidad del suelo urbano. El resto del tejido económico local lo componen las rentas agrarias y la Junta de Andalucía con su amplia nómina de funcionarios. Con eso es posible sobrevivir, incluso con suerte crecer un poco cada año, pero hace falta un estímulo, un tirón, un cambio. Hay que hacer algo, y ante la parálisis institucional lo tienen, lo tenemos que hacer los ciudadanos. Ésa es la propuesta de ABC en su proyecto 2029 , centrado en la doble efeméride simultánea de la Exposición Iberoamericana y del gran periódico que ayudó a alumbrarla. Una llamada a los colectivos cívicos y vecinales, a las empresas, a las corporaciones profesionales y a la población toda para recuperar el tono propio de una sociedad dinámica dispuesta a superar la tradicional inercia de acomodo en una reputación legendaria. Sin acontecimientos excepcionales ni planes de gran mediante un despliegue de iniciativa cotidiana. Simplemente pensando en construir el porvenir sobre esquemas realizables y aspiraciones inmediatas. El papel de la prensa no consiste sólo en tomar el pulso de la actualidad y contar sus latidos con precisión epistémica y rigor informativo. Un diario forma parte del ecosistema social y está conectado a la comunidad con vínculos forjados en un proceso de encuentros recíprocos. Tiene por ello el deber de participar en el recorrido de la ciudad y, en la medida de sus posibilidades, señalar objetivos y abrir caminos con mentalidad abierta y razonamiento crítico. Así lo entendió Torcuato Luca de Tena cuando decidió convertirse en copromotor de un salto cualitativo cuyo impulso articuló la vida, la configuración física y el orden cultural de Sevilla durante más de medio siglo . Y así lo han entendido de nuevo Alberto García Reyes y su equipo , albaceas de esta cabecera centenaria fundada sobre un triple compromiso: espíritu liberal, energía emprendedora y vocación de servicio. Sevilla ha perdido muchos trenes contemporáneos por su tendencia a arrobarse en el subyugante hechizo de su propia imagen, en su noble genealogía identitaria, en ese «goce indefinido» que Chaves Nogales reconoció como clave de un ritmo existencial ensimismado en el balanceo de sus rituales particulares. La relación pasional de los sevillanos con un exultante entorno de reclamos emocionales ha provocado demasiadas veces un deslizamiento hacia el desgaste, el estancamiento o la parálisis. Pero es hora de avances. De plantearnos a nosotros mismos el desafío inexcusable de pensar en una ciudad para sus habitantes. De tomar conciencia de que hay momentos de la Historia en que no cabe resignarse porque el futuro no espera a nadie. Y de recordar que nuestras mejores oportunidades han surgido, como en el 29, de la paradoja de vivir con un pasado por delante.


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