Monday 3 November 2025
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eldiario - 24 hours ago

Ni tierra ni sustento: colonos y soldados convierten la cosecha de la aceituna en una pesadilla para los palestinos

La expansión de los asentamientos ilegales durante la guerra y la difusa línea entre colonos y ejército israelí han hecho de esta temporada una de las más difíciles en CisjordaniaLos árboles que cuentan la historia de la Palestina que un día fue y que Israel quiere erradicar Afaf abu Alia se siente viva en oto o, cuando la aceituna verdea y el pueblo sale a orde ar su parte de los 12,5 millones de olivos que hay en Cisjordania. Dios m o, c mo lo disfruto. Ver el campo lleno es la mejor sensaci n del mundo , cuenta con la timidez de una ni a esta mujer de 53 a os. El cardenal del ojo derecho no le quita la sonrisa. Habla con emoci n de su ni ez entre los olivos de Mog yer, al norte de Ramala, y tambi n de la cosecha de este a o, la m s dura de su vida. En agosto, un grupo de colonos israel es baj a la aldea desde su asentamiento ilegal con garrotes y una amenaza: Esta tierra ahora es nuestra . Poco antes de que empezara la temporada, arrancaron y quemaron los 3.000 rboles de los que su familia lleva d cadas viviendo. La gente de Mog yer lleg a un acuerdo con sus vecinos de Turmusaya, un pueblo del mismo valle donde a n quedaba un min sculo olivar. Acordaron que lo que rindiera lo dividir an entre todos. El 19 de octubre, Afaf levant la mirada del nico olivo al que le hab a conseguido echar mano aquel d a. A su alrededor, todo el mundo corr a. Hab an llegado los colonos, los mismos que dos meses antes la hab an echado de su tierra. Les acompa aban militares israel es que rociaron el campo con gas pimienta. Afaf se mare y no supo huir. Una veintena de hombres j venes se acerc a la mujer, sola bajo un olivo. La apalearon y la patearon hasta que perdi litros de sangre. Le quemaron el coche con dos sacos de aceitunas dentro. Y le dejaron una hemorragia cerebral por la que tuvo que ingresar en la UCI, cuenta. Est bamos contentos por haber encontrado una soluci n , dice. No s de qu vamos a vivir este a o , reconoce desde un sal n invadido por las moscas de sus ovejas, que desde este verano tampoco han podido salir a pastar. Son los colonos los que dan las órdenes. Le dan instrucciones al ejército y a la policía, es algo que he visto con mis propios ojos: les entregan mapas, delimitan las zonas que quieren controlar y los soldados las convierten en áreas militares Abu Samra — Campesino palestino Entre el de Afaf y el resto de los valles de Palestina, los olivos cambian. El baladi del pa s es el m s com n en todo el territorio, crece en tierra seca y da un aceite picante y dorado. En los campos verdes del norte tambi n son frecuentes los suri, que deben su nombre a la ciudad libanesa de Tiro, y los rumi, tra dos hace tres milenios por los romanos. La sequ a y los vientos c lidos de este a o han afectado m s al sur y a los valles, y en las monta as la lluvia ha salvado la cosecha. Sin embargo, de Yen n a Hebr n hay un fen meno tan implacable como el tiempo que ha castigado por igual a cada rinc n de Cisjordania: una colonizaci n del territorio que, desde el 7 de octubre de 2023, se ha vuelto salvaje y arrolladora. Durante los dos a os de guerra en Gaza, los 196 asentamientos que hab a en Palestina y que eran ilegales, incluso seg n la ley israel , se han convertido en 310, seg n un estudio de la Organizaci n para la Liberaci n de Palestina. Estas colonias ilegales, llamadas en ingl s outposts, act an como avanzadillas estrat gicas en lo alto de colinas desde las que los israel es controlan los valles y sus pueblos. Sobre Mog yer y Turmusaya hay siete colinas. Awad Abu Samra, de 59 a os, vive en la casa m s cercana al asentamiento ilegal de Adei Ad ( Para Siempre ), fundado en la d cada de 1990 sobre un terreno robado a sus abuelos. En la parte que le qued a Abu Samra, un colono ha plantado este a o una tienda de campa a donde vive con sus cuatro hijos y sus veinte ovejas. Temo que, igual que mis abuelos no pudieron defender su tierra, yo no sea capaz de dejarles esta casa a mis nietos , lamenta. Un grupo de soldados bloquea el acceso a sus tierras a los habitantes de Sair, en Hebrón. Los colonos israel es se han servido de una gran baza para levantar estos 116 asentamientos ilegales en los ltimos dos a os: el apoyo del propio gobierno de Benjam n Netanyahu. Desde octubre de 2023, el Estado israel ha aprobado la construcci n de 50.000 viviendas en tierras palestinas ocupadas: 38 por cada una de las 1.300 casas palestinas destruidas en el mismo periodo. Israel tambi n se ha apropiado de 26 kil metros cuadrados de territorio cisjordano y ha construido 139 carreteras en un suelo que seg n los Acuerdos de Oslo de 1993 est bajo jurisdicci n palestina. La connivencia no es solo cosa del gobierno de Netanyahu. Incluso con su partido en contra, la Kn set el parlamento israel aprob este mes de octubre en su primera lectura dos leyes por las que Israel se anexionar a todos los asentamientos, incluida una macrocolonia al este de Jerusal n. Otros rganos del Estado colaboran con un proyecto colonizador que, seg n la propia ley nacional, es ilegal. Abu Samra cuenta c mo, a trav s de Yesh Din y B Tselem, organizaciones israel es por los derechos humanos, varios agricultores palestinos presentaron 128 casos ante el Tribunal Superior de Justicia. Solo ganamos uno de los juicios , declara. Para el expolio de tierras palestinas tambi n es imprescindible la colaboraci n del ej rcito, que no solo se mantiene impasible ante los ataques de c seg n el peri dico israel Haaretz, el Ministerio de Asentamientos y Misiones Nacionales tiene un papel vital, pues suministra a los asentamientos drones y veh culos todoterreno. Desde que comenz la guerra en Gaza, miles de colonos han formado parte de escuadrones de seguridad y fuerzas de defensa locales, armados con armas militares, adem s de los habitantes de asentamientos que son soldados reclutados. Desde entonces, las fotograf as de colonos armados con rifles M16 que acosan a palestinos se han convertido en algo habitual , cuenta un art culo del diario israel . Eso cuando las propias tropas no acuden a la llamada de los colonos y abren fuego contra la poblaci n aut ctona de Cisjordania. Entre el 1 y el 27 de octubre, la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinaci n de Asuntos Humanitarios (OCHA) document 126 ataques contra palestinos relacionados con la cosecha de aceitunas. La OCHA reconoce, adem s, que en muchos casos es dif cil discernir los ataques de colonos de aquellos perpetrados por el ej rcito. La oficina de la ONU a ade que, este oto o, en los olivares de Cisjordania se han dejado ver colonos con uniforme de las Fuerzas de Defensa Israel es, y que en algunos casos los propios asentamientos contratan a reservistas para que intervengan en sus ataques. Son los colonos los que dan las rdenes. Le dan instrucciones al ej rcito y a la polic a, es algo que he visto con mis propios ojos: les entregan mapas, delimitan las zonas que quieren controlar y los soldados las convierten en reas militares , explica Abu Samra. En el valle de Sair, 70 kil metros al sur de Afaf y Abu Samra, 20 familias corren su misma suerte. Desde el pueblo bajan camionetas cargadas de gente hombres y mujeres, ni os y ancianos . Es la primera vez que se acercan desde junio, cuando los colonos de Metzad y Pnei Kedem los echaron de sus casas en lo alto de la colina. En la falda del monte, sus olivos aparecen ahora quemados, y desde la carretera el campo parece m s gris que verde. Un soldado israelí muestra la orden del ejército que delimita los olivares de Sair como zona militar. El asfalto que lleva al olivar est lleno de piedras. Es el d cimo d a de cosecha y no ha habido una jornada este a o en la que los adolescentes que ahora ocupan las casas de los palestinos no les hayan asaltado. Los vecinos que van llegando a las tierras miran hacia arriba por si la historia se vuelve a repetir. Y en efecto: sobre las ocho y media de la ma ana, uno de ellos advierte que por las terrazas empiezan a bajar tres muchachos con palos y ganas de guerra. Antes de que los colonos lleguen abajo, cinco todoterrenos militarizados irrumpen en la escena. Un primer soldado sale del coche con un mapa de la aldea. En el centro del folio, un cuadrado rojo. Ten is cuatro minutos para iros. Est is en zona militar , dice en hebreo. El resto de militares forma una pantalla que empuja a las familias por la carretera que sube al pueblo. Los tres j venes colonos ya han bajado, y se han colocado detr s del destacamento. Acompa an a los soldados un paso por detr s. Mientras unos barren a los palestinos de los olivares, otros celebran estar pisando una tierra sin la que 20 familias no van a tener de qu vivir este a o. Es una sensaci n terrible, no hay nada peor que ver c mo te quitan algo tan preciado delante de ti y saber que no puedes hacer nada , cuenta Fares Tarawa, con el saco al hombro. Su primo, Yusef, a ade: Lo peor no es que no nos dejen entrar en nuestra tierra, sino lo que hacen con ella. Queman rboles antiguos, los arrancan, los envenenan. No saben c mo es la naturaleza aqu , y sacan a sus ovejas para que se coman las aceitunas . Seg n la Comisi n de Resistencia contra el Muro y los Asentamientos, desde el 7 de octubre de 2023 los colonos y el ej rcito israel han da ado 48.728 rboles, 37.237 de ellos olivos. Lo que hacen es irreparable , explica a este diario Mahmoud Fatafta, portavoz del Ministerio de Agricultura palestino.


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