Monday 20 October 2025
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abc - 2 days ago

Las imágenes bendicen de nuevo las calles de Córdoba en el adiós del Vía Crucis Magno

No ha sido una Semana Santa , aunque haya durado siete días. No se ha leído la Pasión entre palmas, ni se ha arrodillado nadie en los monumentos donde esperaba Jesús Sacramentado. No hubo tarde enlutada de cruz, aunque hubiera un viernes ni sensación de vacío. Todo eso lo sabían quienes esta tarde se han agolpado en las bullas y han esperado, pero también han tenido la sensación de que han pasado unos días especiales en que en muchos momentos salían a las calles en busca de imágenes y comentaban lo de los días anteriores. No ha sido Semana Santa y nadie habría querido profanar el nombre de esos días queridos para una idea que, han dicho muchos, tenía que ser tan extraordinaria que los que ya habían alcanzado la edad madura no deberían revivirla. Y algo había, sin embargo, de despedida cuando el último de los once pasos era el de Jesús Resucitado y aunque fuera octubre y de noche se despedían con generosidad. Una semana después de aquel día de encuentro con las devociones e imágenes de los pueblos y del Vía Crucis Magno , las once cofradías de la ciudad que todavía permanecían en la Catedral han regresado a sus casas en la tarde y noche de este sábado. Una ocasión extraordinaria está para abstraerse del clima, del otoño cálido , de la ausencia de nazarenos, del ambiente vulgar de la Judería con acordeones y despedidas de soltera y para imaginar. Sólo se ve a uno de los titulares y no a la cofradía, pero el corazón tiene que poner el resto e imaginar a la hermandad en su día grande, en la tarde o la noche o la mañana que tiene que ser aquella en la que se la conozca de verdad. En cierto modo, se ven y se reconstruyen. Por eso a las cuatro y media de la tarde, con un sol de octubre que es todavía es pegajoso, Jesús Nazareno ha sido el Señor de los Señores de las viejas albas del Viernes Santo y siempre la imagen mística y silenciosa que cruza en silencio la tarde, ahora con música de capilla y entre sus elegantes faroles y las rosas rojas casi a juego con la túnica de sabor antiguo. Como muchas, como ocho de las hermandades, ha buscado Deanes , que ha renacido para las hermandades con el desafío de la estrechez camino del Centro, de la plaza de la Compañía , que tantas han pisado. Deanes y Conde y Luque se han cerrado pronto y muchos han esperado ya en Blanco Belmonte, y por ahí subiría también el misterio del Buen Suceso, solemne con las cornetas de la Salud, y más tarde la majestad del Señor Rescatado , por lugares en los que no tantas veces se habían visto la mirada baja, la invitación a la oración y la fuerza de las manos que parecen querer ayudar a quien pide. Un poco antes había salido con todo el poderío el misterio de la Redención , que buscó la Puerta de Santa Catalina y un camino por la calle de la Feria y después hacia Las Tendillas, Cruz Conde y su barrio, bajo un cielo azul y ancho que recordaba a sus capirotes y a su Virgen que esperaba. A sus pies, flores rojas y moradas han acrecentado el sufrimiento del Señor. Las cofradías se han ajustado como un reloj al horario y cada veinte minutos una cruz de guía ha cruzado la Puerta de las Palmas con su cortejo de hermanos. El Cristo de la Oración y la Caridad, acostumbrado a la luz alta de la tarde, aunque la de primavera, miraba con compasión a San Dimas y su cofradía ha tomado hacia Torrijos en busca del oeste, del sol que se ponía en las flores rojas y de su barrio. Quienes vieron venir a las Angustias , con la marcha que le escribió José Manuel Delgado , casi han lamentado que buscara tan pronto Deanes y que hubiera que esperar hasta que saliera a los espacios abiertos para poder volver a mirarse en las lágrimas y no dejarla hasta que se hubiera llenado el corazón de su manantial de belleza. Por la Judería ha subido también, después de tantos años, el misterio de la Coronación de Espinas , hecho un sagrario de flores rojas y sacrificio cuando ha sonado Eucaristía . La escenografía inabarcable del Prendimiento , anunciado por el olivo, tomó hacia la Cruz del Rastro y Lineros, también resuelta en rojo, en busca de su barrio. Los que han seguido por las calles han admirado al Cristo de las Penas y han visto el llanto de la Virgen. Por Deanes, en la estrechez que gusta a la cofradía, ha conmovido el abatimiento del Señor del Perdón , recibiendo el golpe, y esta vez vestido de blanco, como sus flores. Se terminaba. Con el Resucitado, otra vez con el sudario al brazo, ha culminado todo en plenitud de sentido con el clasicismo imperecedero de Santa María Magdalena. El Señor de la Redención ha visitado en Capuchinas a sus madrinas de bendición, la banda de la Virgen ha tocado para el misterio y allí el Cristo de las Penas ha rezado por la canonización de Osio. Santa Teresa ha esperado al Señor Humilde en la Cuesta de San Cayetano, ya en una noche que no fue tardía. Se habrán acostado muchos felices y pensando en que se pueda esperar en paz a la que sí merece el nombre de Semana Santa.


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